
Los gatos negros son animales cuya apariencia elegante, sobria y enigmática les ha conferido la eterna etiqueta de «criaturas mágicas«, son para muchos animales misteriosos y para otros, símbolo de supersticiones. Pero, lejos de convertirse en representantes de la fantasía propia de los cuentos de hadas, fueron tratados como entes malévolos. Por estas creencias (hasta el día de hoy) no han dejado de ser evitados, temidos y hasta odiados por miles de personas durante generaciones.
A pesar de ello, esta terrible percepción cultural se encuentra sumamente alejada de la verdadera naturaleza de estos nobles seres. Por lo tanto, a continuación se dará un breve recorrido por la historia de su accidentado pasado y se explicará cómo se originó su mala fama.
Siempre místicos
Todo comienza en el antiguo Egipto, donde los gatos eran considerados como animales sagrados debido a su relación con la diosa Bastet. Luego, unos siglos más tarde, durante la época de la Inglaterra victoriana, se esparció la creencia de que si una pareja recién casada se topaba con un gato negro, esto le auguraría prosperidad en su unión.
Por otra parte, los marineros creían que llevar un gato a bordo de su embarcación les garantizaría buena suerte en su travesía. Asimismo, las esposas acostumbraban a tener un gato en su hogar debido a que esto le proporcionaba la seguridad de que sus esposos regresarían a casa sin un rasguño después del viaje.
El gato negro asociados a brujería y al mal es obra de las creencias babilónicas y hebreas, que lo comparaban con malignas serpientes destructoras de familias. Ahí empezó tal vez la superstición de los gatos negros. Dicha creencia fue reforzada por la Iglesia católica la cual lo acusaba de asociarse con las prácticas de brujería. De hecho, la mayoría de los animales de color oscuro eran temidos por la posibilidad de que fueran familiares de brujas.
La mala reputación de los felinos se esparció a escala mundial específicamente en el siglo XVII. Desgraciadamente, a raíz de esto se conformaron grupos de cazadores de brujas que se ensañaban brutalmente con dichos animales, lo que también contribuyó a que esta errónea creencia se prolongara en el tiempo.
Superstición de los gatos negros
Realidad en la actualidad
Hoy en día la situación ha cambiado favorablemente para estos pequeños felinos. Puesto que, como ya es sabido, los gatos negros son animales tiernos, cariñosos e inteligentes que obviamente no tienen nada que ver con la brujería o el mal.
No obstante, aún existen muchas personas que están convencidas de que los gatos negros atraen mala suerte. A tal punto de que muchos cometen acciones violentas y/o abusivas en contra de los felinos domésticos. Especialmente en fechas cargadas de superstición como Halloween o el Día de Todos los Santos.
Su célebre fama de anunciar malos presagios puede verse reflejada hasta en la interpretación de sueños en los que, según la creencia popular, soñar específicamente gatos negros figura desgracia. Cuando lo cierto es que soñar con gatos negros está ligado a la expresión de miedos generados por la desconfianza en sí mismo. Así lo reseña la página www.soñar.com/con-gatos/.
Por otro lado, cuerpos policiales de investigación de varias partes del mundo han descubierto que algunas pandillas delictivas han adoptado la tradición de asesinar animales pequeños a modo de rito de iniciación. Lo más repugnante es que después del «sacrificio» suelen abandonar el cadáver en lugares públicos como plazas o parques junto con plantas y vasijas características de ceremonias oscuras.
Debido a tan brutales acciones, los gobiernos se han dado a la tarea de desarrollar y establecer leyes de protección que amparen a los animales y a la vez castiguen justamente a los perpetradores. Una de las medidas más eficiente hasta el momento es la prohibición que tienen los albergues de animales para dar mascotas en adopción durante el mes de octubre. Con la finalidad de evitar que alguien los maltrate.
Los proteccionistas de animales deben mantenerse muy atentos ante los candidatos para una posible adopción. Es por eso que se les recomienda investigar minuciosamente la vida de los interesados, es decir, lugar de residencia, ocupación, religión, etcétera.
Generalmente, los individuos que poseen segundas intenciones tratan de no proporcionar datos privados. Por lo que se esconden tras información falsa. La solución es simplemente exigir el documento de identificación oficial y corroborar físicamente los datos obtenidos. De esta manera se obliga al adoptante a responsabilizarse.
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